Hoy, cuando es un hecho evidente que se paganiza desde el altar, negando el dogma, con una verborrea sin sustancia y con cuatro tópicos al uso, echamos mano de un político, con una doctrina recia y sin fisuras. Este joven político, porque era joven cuando le segaron la vida, se llamaba José Antonio Primo de Rivera. En cuatro líneas pone el dedo en la llaga y afirma la doctrina sobre el destino final del hombre; salvarse o condenarse por toda la eternidad. Dice así:
“Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre. Porque sólo se respeta la libertad del hombre, cuando se le considera, como nosotros lo estimamos, portador de valores eternos; cuando se le estima, envoltura corporal de un alma que es capaz de condenarse y salvarse. Sólo cuando el hombre es considerado así, se puede decir que se respeta de veras su libertad, y más todavía si esa libertad se conjuga, como nosotros pretendemos, en un sistema de autoridad, de jerarquía y de orden.”
Otros enlaces:
Obras completas de Jose Antonio Primo de Rivera
Fundación Jose Antonio Primo de Rivera
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